El folklore argentino es en su mayor parte de origen hispánico, con un aporte indígena directo reducido a la zona del noroeste. Su variedad es mayor que el de otros países latinoamericanos. El instrumento popular por excelencia es la guitarra, en toda la extensión del país. En las provincias del litoral fluvial, especialmente Corrientes, se utiliza con frecuencia el acordeón a piano. La zona más rica en instrumentos populares es el noroeste, por estar vinculado con las culturas indígenas de Bolivia y Perú: diversos instrumentos de viento y de percusión alternan con la guitarra. Los más característicos son la quena—un tipo de flauta vertical— y el charango, guitarra pequeña hecha con el caparazón de un armadillo. La mayor parte de la música folklórica argentina une el canto y la danza. Es coreográficamente muy agradable la zamba, propia de la región de montañas y sierras del centro y norte del país. La baguala —canto solo— es una de las pocas formas de origen indígena. De dificil entonación, se canta todavía en los valles y montañas del noroeste. El folklore propiamente dicho, siguiendo un proceso común a todos los países del mundo, retrocede ante la música popular elaborada comercialmente. Como reacción ante dicho proceso han surgido numerosas peñas o clubes folklóricos, donde se baila y se canta periódicamente. La costumbre del canto espontáneo en reuniones sociales se conserva en muchos sitios del interior, en provincias como Salta, Tucumán o La Rioja.
Sus raíces están en las culturas indígenas originarias propias de nuestro territorio. Con el tiempo, ciertos movimientos culturales, derivados de hechos históricos, fueron introduciendo cambios: la colonización española, la inmigración africana causada por el tráfico de esclavos (siglos XVI-XVIII), la gran ola de inmigración europea (1880-1950) y la gran migración interna (1930-1980).
El folklore como género musical comenzó a ser más popular en los años 30 y 40: las olas de inmigración que llegaban del campo a las ciudades fueron trayendo consigo esa música y expandiéndola. En los años 50, finalmente, se dio el “boom del folklore”, cuando se convirtió en el género principal de la música popular nacional junto con el tango. Las dos décadas siguientes afianzaron esta popularidad, con la aparición de grandes festivales del género, como el Festival Nacional de Folklore de Cosquín.
Con la etapa más oscura de nuestra historia, llegó la represión cultural y grandes voces de nuestra música tuvieron que exiliarse. El folklore fue callado por los años de la dictadura, pero resurgió a partir de la guerra de Malvinas, cuando se prohibió la reproducción de música en inglés. Así comenzaba una nueva era para el folklore argentino, que hoy continúa creciendo y renovándose con nuevas voces que le siguen cantando a nuestra tierra y a todas las maravillas que habitan el suelo argentino
Nuestro país se extiende en una gran superficie de tierra, por lo que pensar en el folklore argentino como una única expresión a lo largo y a lo ancho de su vasto territorio, es una idea incompleta. La cultura que se desprende de cada provincia y de cada región tiene características que le son propias y las diferencian de las demás. Por lo general, la manera en que se dividen los ritmos folklóricos y sus danzas es por región, aunque en un estudio más profundo, cada provincia tiene sus variantes. Podríamos decir que tenemos un mapa folklórico:
Norte: se caracteriza por el uso de instrumentos del tipo aerófonos (acordeón), el charango, la guitarra americana y la caja. El carnavalito, las vagualas y chayas, son representativas de esta región.
Litoral: la parte Norte de esta región tiene gran influencia del Paraguay, y con ella, del guaraní, que se hace oír en gran parte del repertorio musical. Entre los ritmos representativos encontramos la camarrita, la kolomeica, el rasgueo doble y el más popular es el chamamé. Los instrumentos que se ejecutan son el acordeón y la guitarra. Hace tiempo atrás, también el arpa india, pero ya casi está en desuso.
Centro: en esta región encontramos el gato, la escondida, la zamba y el malambo. También la chacarera y la jota, que tienen variantes en algunas provincias. Los instrumentos que más suenan son la guitarra y el violín, este último permite agregar al repertorio de baile los valsesitos.
Cuyo: por estos lares, la cueca, el gato (con su versión propia) y el vals son los ritmos que se bailan. Sin embargo, lo más representativo de la región no se acompaña con danza. Se trata de una expresión de canto a dúo, la tonada. La guitarra y el requinto cuyano acompañan a los cantores.
Sureño: esta es la región rioplatense, en la que se destacan los payadores. Como danza, la milonga, el vals, la cifra y el triunfo. También el tango forma parte del folklore de esta región.
Patagonia: en esta región, la influencia Mapuche, con sus rituales e instrumentos, dieron origen a danzas-rituales como el loncomeo, que se destaca.
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